Ludicidad para estar bien, juntos
Estar bien, juntos, no siempre resulta fácil. Tener que afrontar diferentes personalidades, diversos puntos de vista, diferentes estados de ánimo o diversos estilos de vida, a veces resulta muy complicado.
Las dinámicas que se verifican en un grupo que comparte espacios o momentos de la jornada, van formando una atmósfea que condiciona las actividades, las relaciones interpersonales y también aquellas del grupo hacia el exterior.
Escuchamos hablar de las dificultades relacionales en el ámbito laboral; de quien se siente obligado a compartir un espacio cotidiano en situación de descontento o de discriminación.
En la escuela, los docentes se encuentran repetidamente con una clase heterogénea y completamente dividida en pequeños grupos cerrados, situaciones que casi siempre terminan en marginación de algunos integrantes, agresividad o intimidación.
Estamos hablando de casos en los que el grupo no está integrado. Las personas que lo componen conviven pero no han elaborado lazos emocionalmente positivos. En todo caso, se toleran para poder seguir adelante.
Generalmente, en estos casos, se evidencia una mayor competitividad negativa, que anula a los más débiles o a los más desarmados.
¿Qué significa estar integrado? Sentirse integrado o incluído es saber que se pertenece a un colectivo específico.
Un proceso de integración supone: relación empática, confianza, respeto, aceptación de las diferencias, colaboración y sostén.
Son pocos los casos en los que el grupo logra alcanzar este estado autónomamente. De todas maneras, se trata de un proceso que exige un camino largo en el tiempo y que pasa por etapas obligadas.
Uno de los instrumentos más interesantes que facilita en modo eficaz y muy veloz este proceso de integración es el juego. Hablamos sobre todo de juegos cooperativos, aunque dentro de los juegos competitivos, la formación de un equipo funciona de la misma manera.
La selección de estas actividades lúdicas resulta de fundamental importancia. Hay aspectos que se tienen que tener en consideración, y que, si son descuidados, pueden condicionar negativamente el resultado.
Uno de éstos es el juicio.
El juicio niega la libertad de probar, de equivocarse, de ir adelante con seguridad, de cambiar si es necesario. Uno de los motivos por los que no se usan juegos competitivos en un proceso de integración es, justamente, que éstos implican un juicio: alguno es mejor, excelente y hay otro que es un perdedor.
Contrariamente, un juego donde se pueda expresar libremente y donde nadie gane y ninguno venga derrotado, permitirá a los participantes la posibilidad de colaborar, de construir, de relacionarse en un clima de serenidad, de equidad y de mayor oportunidad de interacciones positivas.
En el grupo integrado se respetan las diferencias que resultan un recurso y enriquecen la experiencia dando nuevos puntos de vista.
En el grupo integrado se puede no estar de acuerdo y criticar, pero para construir.
La Ludicidad Consciente hace partir toda su metodología de la formación del grupo. En su praxis determina los puntos a considerar y las etapas a respetar para facilitar este proceso, de manera que sea eficaz, más veloz y duradero.
En Ludicidad Consciente pensamos que trabajar para facilitar las relaciones dentro de un grupo, sea de fondamental importancia en una sociedad esencialmente competitiva y selectiva. Estamos convencidos de que este camino permite mejorar la calidad de vida de las personas y su desarrollo armónico en un ambiente equilibrado.